Dt 26,5-9
Mi padre era un arameo errante. Bajó a vivir a Egipto con unas pocas personas, y allí se convirtieron
en un pueblo fuerte y numeroso.
Los egipcios nos maltrataron y nos hicieron esclavos. Entonces, desesperados, pedimos ayuda al Señor, Dios de nuestros antepasados.
Él nos escuchó y nos liberó de la esclavitud. Dios nos condujo a través del desierto hasta llegar a esta tierra rebosante de leche y miel.